Santa Clara de Asís

La mujer que alzó la Eucaristía… y venció con el Amor

Santa Clara de Asís

La imagen de Santa Clara, fundadora de las Hermanas Pobres de San Damián y madre espiritual de todas las clarisas y capuchinas, aparece aquí representada en su gesto más heroico y profundamente místico: alzando el Santísimo Sacramento.
No es una escultura estática; es una escena que late, que recuerda, que llama.

Lectura artística
La figura se nos presenta con el tradicional hábito franciscano de las clarisas, ceñido por el cordón y trabajado en finas texturas que aportan movimiento y vida.
Su rostro inclinado, de belleza serena y recogida, expresa la profunda humildad y atención interior que marcó su existencia. La mirada baja no indica debilidad, sino reverencia: está centrada en la custodia que sostiene con firmeza y delicadeza.

La custodia de rayos, de metal plateado, se convierte en el foco visual y espiritual de la imagen. Es el centro no sólo de la escultura, sino del alma de Clara: Cristo-Eucaristía. La santa no lo muestra al mundo como una exhibición, sino lo abraza como defensa, lo contempla como esposo, lo ofrece como escudo.

Significado devocional
Esta imagen nos remite al momento en que Santa Clara, enferma y postrada, se levantó de su lecho para enfrentarse a los sarracenos que amenazaban el convento de San Damián.
Con el Santísimo Sacramento en sus manos, se dirigió a la puerta y, de rodillas, clamó a Cristo por la protección de sus hijas. El milagro no fue una acción bélica, sino una retirada silenciosa del enemigo: la fuerza no estaba en Clara, sino en el Amor que sostenía.

Para las hermanas capuchinas, esta imagen es icono de identidad. Resume su vocación: estar con Cristo, custodiarlo en el silencio del claustro, adorarlo con una vida entera ofrecida. Como Clara, no necesitan espadas: les basta la Eucaristía.

Mirarla es aprender que la contemplación transforma, protege y fecunda. Y que quien vive arrodillado ante el Santísimo, puede ponerse en pie ante cualquier adversidad.

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