Las capuchinas hoy en Granada
Tras más de cuatro siglos de historia, desafíos y fidelidad, el carisma de Santa Clara y de nuestras primeras hermanas fundadoras sigue vivo y encendido en el corazón de Granada.

Más de 425 años después, la comunidad de Clarisas Capuchinas continúa siendo presencia orante, humilde y fraterna, en medio de una ciudad que cambia, pero que sigue necesitando la luz callada del Evangelio vivido.
Hoy somos 31 hermanas las que habitamos este monasterio, herederas de una historia tejida con lágrimas, esperanza y gracia. Como lo hicieron Clara de Asís, Lorenza Longo, Lucía de Ureña y tantas otras mujeres valientes que nos precedieron, queremos mantener viva la llama de la oración, ser antorchas encendidas en medio del mundo, y permanecer como centinelas del Espíritu en el silencio del claustro.
Nuestra misión no ha cambiado: colaborar con Dios desde la oración contemplativa, sostener con nuestra vida ofrecida a los miembros vacilantes y heridos del Cuerpo Místico de Cristo, ser consuelo invisible para los que sufren y un eco de misericordia para quienes buscan sentido.
En esta ciudad milenaria, llena de belleza y de contradicciones, nuestra vida es una respuesta silenciosa y radical al amor de Dios. Desde la clausura, acogemos las intenciones de quienes se acercan, rezamos por los que no pueden orar, ofrecemos nuestra vida por los que luchan en el mundo exterior. Somos pobres, sí, pero ricas en fe, en esperanza, en comunión.
Las campanas del convento siguen marcando el ritmo de las horas, los salmos siguen entonándose cada día, y la Eucaristía sigue siendo el centro en torno al cual gira toda nuestra existencia.
Somos Capuchinas. Somos orantes. Somos hermanas. Y desde Granada, seguimos diciendo sí.