Fundación de las Capuchinas

María Lorenza Longo, (1436 –1542), es una noble catalana que, afincada en Nápoles y convertida al Señor a sus 47 años, ingresó en la Orden Tercera Franciscana.
Fundó un hospital en Nápoles en 1519, el famoso hospital de los incurables.

Fundación de las Capuchinas

Somos las Monjas Capuchinas de Santa Clara, hijas de la Iglesia, hijas de san Francisco y santa Clara de Asís, llamadas a vivir el Evangelio en su radicalidad y pureza, en una vida de oración, fraternidad, pobreza y alegría.
Nacidas del corazón contemplativo de Clara de Asís y renovadas en el espíritu evangélico de los Hermanos Menores Capuchinos, nos sentimos pequeñas en el mundo, pero grandes en nuestra vocación.

Nuestra vida es contemplativa y claustral, centrada en la Eucaristía y la alabanza constante a Dios. En el silencio fecundo del claustro, sostenemos con la oración la misión de la Iglesia y el dolor del mundo, siendo lámparas encendidas en medio de la noche.

Vivimos en comunidades fraternas, como hermanas, sin jerarquías mundanas, compartiendo el pan, el trabajo, la oración y la vida. El amor recíproco y la misericordia son el corazón de nuestra convivencia, porque donde hay caridad y sabiduría, allí está Dios.

La Regla de santa Clara, nuestro tesoro, es guía y brújula para caminar cada día tras las huellas de Cristo pobre y crucificado. Su forma de vida nos impulsa a vaciarnos de todo para que Dios lo sea todo en nosotras.

Somos mujeres enamoradas de Cristo, consagradas por amor, testigos de esperanza en un mundo herido, abiertas a las necesidades de la humanidad desde nuestra clausura. Nuestra vida escondida no es aislamiento, sino ofrenda por todos. Desde nuestro lugar, rezamos por la paz, por los que sufren, por los que buscan sentido, por quienes no conocen el amor de Dios.

El carisma capuchino nos da un estilo sencillo, alegre, cercano a los pobres y marcado por la libertad interior. Como san Francisco y santa Clara, queremos vivir el Evangelio sin glosa, confiando solo en la providencia, sin seguridades humanas, con el corazón libre para Dios.

Esta es nuestra identidad: ser del todo de Cristo, con el todo del corazón, y llevar a todos en el silencio de nuestra oración.

  • Compartir: